Yair Klein, de la mano de los militares, pagado con dinero narcotraficante

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NotiColombia Press
El Tribunal de Estrasburgo basado en la Corte Europea de Derechos Humanos falló en contra del Estado ruso frente a la decisión de extraditar al mercenario israelí Yair Klein a Colombia. Las reacciones fueron inmediatas de parte de las autoridades colombianas, encabezadas por la Vicepresidencia de la república, que se lava las manos como Pilatos.
Pero, quién es Yair Klein? Por qué aparece relacionado con los grupos narco-paramilitares? Qué hizo en Colombia? Por cuenta de quién vino? Quién pagó los costos del curso que impartió?
Klein y el entrenamiento de narco-paramilitares
En 1987 un grupo de cinco oficiales, encabezados por el ex agente de la Mossad Yair Gar Klein, viajaron hasta Puerto Boyocá (Colombia) para impartir el curso antiguerrillero denominado “Pablo Emilio Guarín Vera” en el centro de formación paramilitar “El Cincuenta”, una hacienda propiedad de miembro del Cartel de Medellín, Goozalo Rodríguez Gacha, alias ”El Mexicano”. 

Los instructores israelíes permanecieron en el país durante más de 45 días, para que esto se materializara fue clave el respaldo financiero otorgado por el Cartel de Medellín de Pablo Escobar Gaviria y alias ”El Mexicano”. 

El propio Yair Klein confesó a diferentes medios de prensa que estuvo en Colombia “por invitación de los estadounidenses y punto. Todo lo que Estados Unidos no puede hacer porque le es prohibido intervenir en asuntos de gobiernos extranjeros, lo hace pero, por supuesto, por otros medios. Yo obré con licencia y permiso en Colombia”, alega Klein en su defensa. 

El ex coronel israelí consideraba muy tranquila aquella misión, casi como unas vacaciones de trabajo. Quién contrató a Klein? Quién lo trajo a Colombia? Quién financiaba el curso de instrucción?
”Había sido contratado por una sociedad del Ministerio de Defensa colombiano, gracias a la mediación de un paisano suyo, Eitan Koren quien, tras haber sido el responsable de la seguridad del premier Menachem Begin, representaba en América Latina a la empresa militar Israel Security Defense System (ISDS). En aquella época Colombia era el mejor cliente comercial de la industria bélica israelí, con encargos de 500 millones de dólares. A su llegada al aeropuerto de Bogotá, Klein había sido recibido por un mayor de los servicios secretos. Antes de salir hacia el Magdalena Medio se había contactado con otros oficiales del ejército colombiano, con un senador, algunos directivos del Banco Ganadero y hasta con un viceministro que, con lágrimas en los ojos, había definido a los instructores israelíes como “la última esperanza de Colombia antes de que se convierta en otra Cuba o Nicaragua”. 

Los mercenarios que acompañaban a Klein a Puerto Boyacá eran personajes totalmente respetables de los servicios secretos del Estado hebreo. Entre ellos se encontraban Abrahán Txadaka, ex comandante de las unidades de antiterrorismo de las fuerzas armadas de Tel Aviv; el teniente coronel Amatzia Shuaili, instructor de las tropas especiales guatemaltecas; Michael Harari, jefe de seguridad de la organización secreta Lakam, comprometida en el desarrollo de los programas israelitas, y el agente Arik Afek, que resultó implicado en la triangulación de armas y droga a favor de los contras nicaragüenses.
Ya en Puerto Boyacá, los israelíes fueron recibidos por el comandante del batallón Bárbula. La hacienda en la que se desarrollaban los cursos de formación era punto de afluencia de oficiales y suboficiales, a quienes les gustaba competir al tiro al blanco con los israelíes y sus alumnos.
Klein se sentía tan seguro de sí mismo que permitió al ex teniente Óscar Echandía, coordinador de los cursos a cuenta de Acdegam, filmar un video de promoción para la Spearhead en Colombia. La cámara no grabó a los patrocinadores de la escuela de sicariato, lógicamente, sino solamente
a Klein y Shuali, y a sus alumnos, entre los que sobresalía un gigante negro de casi dos metros.
Pablo Escobar aportó su cuota para financiar al ejército paramilitar en formación, aunque prefería ir a los partidos de fútbol que a las exhibiciones de los mercenarios. En noviembre de 1987 jugó en un torneo organizado dentro de su hacienda Nápoles contra los ases del Nacional de Medellín. Al acabar el partido, el acrobático portero René Higuita entregó una medalla a don Pablo, que como muchos sabían, era el dueño del equipo que dos años antes había disputado la Copa Intercontinental al Milán de Van Basten. Rodríguez Gacha intentó a menudo convencerlo de la utilidad del proyecto anticomunista de Puerto Boyacá. “Si le ayudamos a vencer a sus enemigos, el Estado nos dejará dedicarnos tranquilamente a nuestros negocios”. Don Pablo, que había conocido de cerca el mundo de la política, seguía con sus dudas. Más tarde afirmó que nunca había compartido las ideas de El Mexicano, sino que había intentado convencerlo de no seguir con el exterminio de la gente de izquierda.
Escobar estaba empeñado sobre todo en la guerra contra la extradición, llevada adelante al son de homicidios y secuestros, y en la que resultaba aliado de la izquierda, en lucha “contra el imperialismo yanqui”. [Yair y Pablo . Internet]

Esto pone de presente que Yair Klein fue traído por el Ministerio de Defensa para un curso contrainsurgente pagado por el Cartel de Medellín, con lo cual queda demostrado la relación impúdica entre estado y narcotraficantes para adelantar el proyecto narco-paramilitar. El entrenamiento incluía el aprender a disparar desde carros y desde las motos. Se creaba así la monstruosa criatura del ”sicario en moto” que tanto terror ha causado entre los colombianos, al punto que las personas sentían que los pelos se les erizaban cuando escuchaban el ruido de una moto a sus espaldas.
Mas éstas relaciones no son nuevas. Detrás de Fabio y Carlos Castaño siempre han estado las fuerzas militares estatales, naturalmente con el visto bueno de la Casa de Nariño. Es una relación de una institución estatal con delincuentes narcotraficantes.
Carlos Castaño y su entrenamiento en Israel
Fabio Castaño primero, y Carlos después recibieron entrenamiento de personal extranjero. "Al regresar al país, yo era otra persona. Infinidad de temas aprendí en Israel y a ese país le debo parte de mi cultura, mis logros humanos y militares, aunque repito que no sólo aprendí en Israel lo relacionado con el entrenamiento militar. De allí vine convencido de que es posible derrotar a la guerrilla en Colombia. Yo comencé a ver cómo un pueblo logra defenderse del mundo entero. Entendí cómo involucrar a la causa a alguien que tuviera algo que perder en una guerra, con el fin de convertirlo en enemigo de mis enemigos".
De esta manera Carlos Castaño, uno de los fundadores de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en su autobiografía “Mi Confesión” resume sus vivencias del viaje que realizó a Medio Oriente en 1984 para perfeccionar su entrenamiento militar “antisubversivo”. 

Todavía es un misterio como el líder paramilitar llegó a tomar el curso llamado 562, el cual les enseñaba a los “alumnos” desde como fabricar explosivos hasta como bloquear un carro blindado. Más allá de todo el conocimiento adquirido en Israel, Castaño comenzó a establecer contactos con integrantes del Ejército de su país: estos vínculos a la postre le serían muy útiles para potenciar la guerra sin cuartel que su organización criminal llevaba adelante en contra de los grupos guerrilleros.
“Tuve la oportunidad de conocer militares de nuestro país, los hombres del batallón Colombia, en el desierto del Sinaí. No conocí, el batallón, pero en mis días de descanso nos encontrábamos en sitios que usualmente frecuentaban; compartía con amigos oficiales y sargentos". [Yair Klein, el Mossad y Colombia. Extraditan a uno de los padres del paramilitarismo. APM.  ]

Negando lo innegable
No es posible desconocer el papel jugado por Yair Klein en el entrenamiento de las bandas narco-paramilitares y la creación de una de sus monstruosas criaturas. No es posible seguir negando el contubernio impúdico de la clase política, militares y narcotraficantes para adelantar el proyecto contrainsurgente, con utilización de los narco-paramilitares para cometer las enormes barbaridades cometidas en éstos 30 años, proyecto que sigue funcionando todavía hoy día para desgracia de Colombia.
Los comprometidos de esa época deben estar de plácemes. Yair Klein no podrá venir a decir sus verdades y a demostrar irrefutablemente lo que ya sabemos. Pero sería interesante que lo dijera para bien de la salud de la patria.

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