Las batallas de Jorge Visbal

Posted on domingo, diciembre 05, 2010 and filed under , , , . You can follow any responses to this entry through theRSS 2.0 . You can leave a response or trackback to this entry from your site

Nuestro hombre en Lima

Por: Norbey Quevedo H., El Espectador
Sin que la Fiscalía resuelva su caso, el nuevo embajador en Perú busca dejar atrás las horas de zozobra. Un pasado con muchas preguntas.
Jorge Visbal Martelo Jorge Visbal Martelo, en una de las sesiones cuando fue senador de la República.

El polémico ganadero, ex dirigente gremial, ex congresista y fallido candidato al Senado Jorge Visbal Martelo prepara sus maletas para viajar a Lima a principios de 2011. Ya tiene el beneplácito del gobierno que dirige Alan García y el respaldo del presidente Juan Manuel Santos. Será el nuevo embajador de Colombia en Perú. Sólo hace falta que la Fiscalía resuelva si amerita ser investigado en el escándalo de la parapolítica. Lleva año y medio esperando a que la justicia resuelva su caso. Por ahora se va convencido de que contribuyó a la paz.
No es un caso fácil. Así como algunos ex jefes paramilitares lo sitúan como un dirigente gremial que colaboró activamente en el proceso de paz con el anterior gobierno, otros lo dejan en el plano de contacto político o incluso portador de sugerencias para repeler a la guerrilla. Cercano del ex presidente Uribe, activo colaborador en la campaña del actual mandatario, ex senador por el Partido de la U, el designado embajador Jorge Visbal Martelo asume la misión diplomática llevando consigo un pasado que lo defiende y lo cuestiona.
Nacido en Corozal (Sucre) en 1952, a los 10 años viajó con su familia a Bogotá y después de concluir su bachillerato partió a Estados Unidos con el propósito de estudiar administración de empresas. Sin embargo, en 1974, durante unas vacaciones en Corozal, decidió quedarse para ayudarle a su padre en el oficio de la ganadería. Ya se advertían problemas de abigeato en la región y tanto la delincuencia común como la guerrilla empezaban a someter a su acoso a propietarios de tierras y ganaderos en los departamentos de la Costa Atlántica.
Aunque se empleó por algunos meses en Bogotá como analista de crédito en Avianca, después de contraer matrimonio se dedicó de lleno a la ganadería, primero como gerente de Agropecuaria La Gran Colombia, en el departamento de Córdoba, en propiedades de su familia política, y posteriormente con su propia finca, Los Chipes, ubicada en la región de Sincé (Sucre). Y no demoró en sufrir en carne propia la mano de los violentos. Su tío, mentor y ex gobernador de Sucre, Nelson Martelo, fue secuestrado y luego asesinado por las Farc.
Un duro golpe que, en vez de acobardarlo, lo convenció de la necesidad de unirse a otros ganaderos para defenderse en gremio apoyando la labor de las Fuerzas Militares. Pero su liderazgo resultó tan convincente en el plano de las relaciones políticas y sectoriales, que para 1988 ya era miembro suplente de la junta directiva de Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), y en 1991 se convirtió en el presidente ejecutivo de la organización gremial, cargo que ocupó sin licencias hasta en año 2004.
Su proyección en el ámbito nacional lo puso en contacto con las altas esferas del Estado. La prueba fue su participación en los debates que permitieron el trámite y sanción de la Ley 89 de 1993, que creó el Fondo Nacional del Ganado y diseñó las bases de una activa participación del sector ganadero en las decisiones del Consejo Gremial Nacional. Pero así como él y sus colegas ganaban espacio para erradicar la fiebre aftosa o fortalecer el acompañamiento del Ejecutivo, también fue creciendo la acción de la guerrilla contra sus intereses.
Por eso, a finales del gobierno Samper, cuando cobró forma por ley el Consejo Nacional de Paz como organismo de la sociedad civil para promover acercamientos de paz con la insurgencia y otras expresiones de violencia, el gremio ganadero no dudó en sumarse a la iniciativa. Y fue en persona Jorge Visbal Martelo quien llevó esa vocería. Primero en Alemania, en diálogos con el Eln que llevaron al llamado Acuerdo de Maguncia, y más adelante con las Autodefensas, en el departamento de Córdoba, a través del llamado Acuerdo del Nudo de Paramillo.
Visbal sostiene hoy que su participación en ambos procesos no fue pasiva. Según él, se opuso a varias cláusulas del Acuerdo de Maguncia por el tema del secuestro. Al final quedó el compromiso del Eln de no plagiar adultos mayores y menores de edad. “Promesa que no cumplieron”, resalta. En cuanto al acuerdo con los paramilitares, “que tampoco cumplieron”, recuerda que fueron muchos dirigentes que hoy están en la primera plana de la política: Samuel Moreno, Lucho Garzón, Eugenio Marulanda y Hernando Hernández, entre otros.
La instancia del Consejo Nacional de Paz le permitió a Visbal hablar directamente con las Farc, a quienes les reclamó por su acoso a los ganaderos. Esos reclamos, según él, lo identificaron como enemigo ante la guerrilla. Pero también de esos diálogos surgió la propuesta de un Gran Acuerdo Nacional por la Paz que conminaba a la guerrilla a desistir del secuestro y encaminarse a una desmovilización, y al Consejo Gremial a meterse la mano al dril. La guerrilla no aceptó y los gremios tampoco, porque ya pagaban suficientes impuestos.
En esas llegó el gobierno de Andrés Pastrana, y con él la experiencia de la zona de distensión en el Caguán. Una vez más, Visbal Martelo se sumó a la comitiva oficial y animó los debates del comité temático. Pero según él, todo cambió el día que le tocó hablar en las audiencias públicas y en un discurso de 14 minutos instó a las Farc a desistir del secuestro, respetar las instituciones y promover una verdadera paz preservando la vida, la libertad de empresa y el crecimiento económico. No volvieron a invitarlo y en la medida en que la paz no llegó, Visbal sufrió las consecuencias.
Primero se salvó de un secuestro en su finca Los Chipes, porque alcanzaron a avisarle que guerrilleros de las Farc lo estaban esperando. Después le dinamitaron otra propiedad en San Jacinto (Bolívar) y arreciaron las amenazas en su contra. En medio del acoso se vio obligado a sacar a su esposa y tres hijas al exterior. El 15 de octubre de 2003, cuando llegaba a su oficina ubicada en el sector de Teusaquillo, fue atacado con un rocket. Afortunadamente salió ileso, pero tuvo que dejar el país y de paso la Federación de Ganaderos.
Aunque por esos días Visbal estaba animando las conversaciones de paz entre los grupos de autodefensa y el gobierno Uribe, su situación personal se hizo tan insostenible que prefirió aceptar la propuesta de viajar a Canadá en calidad de embajador. Pero volvió en septiembre de 2005, animado por un anhelo pendiente: la política. El actual presidente Juan Manuel Santos lo invitó a postularse por el Partido de la U en las elecciones parlamentarias de 2006 y le faltaron 300 votos. Entonces se quedó a apoyar su partido en espera de una nueva opción parlamentaria.
Y ese estrado llegó de la manera más inesperada. El senador Luis Guillermo Vélez falleció y jorge Visbal fue su reemplazo a partir de febrero de 2007. Estuvo en el Congreso hasta mayo de 2009 y renunció a su curul cuando la Corte Suprema de Justicia decidió abrir investigación en su contra en el escándalo de la parapolítica. Al renunciar, su expediente pasó a la Fiscalía, que alcanzó a llamarlo a versión libre. Después de que la Corte recobró las investigaciones a finales de 2009, su caso fue el único que devolvió a la Fiscalía. La razón: los presuntos hechos no se habrían dado durante su tiempo de congresista.
Pero desde hace un año sigue en ascuas, sin que la justicia aclare las secuencias en que su nombre ha salido a relucir. Primero fue en el llamado computador de Don Antonio, secuaz de Jorge 40, en cuya memoria quedó el archivo de una conversación entre el paramilitar y alias Gonzalo, donde este último le dijo que tenía que suspender el diálogo porque tenía en el teléfono a Jorge Visbal, enviado por “El Viejo”. Este mismo Gonzalo, identificado como Carlos Mario García, le dijo a El Espectador hace un mes que un de sus contactos políticos fue Jorge Visbal Martelo.
Otros paramilitares lo han mencionado. Ernesto Báez ha dicho que sólo lo conoció por su participación en el Acuerdo de Paramillo como miembro del Consejo Nacional de Paz. Salvatore Mancuso ha manifestado que su colaboración fue valiosa para el proceso de paz, pero recientemente Caracol Radio aseguró que, desde una cárcel en Estados Unidos, el mismo Mancuso aceptó que Visbal llevaba informaciones y sugerencias para que las autodefensas hicieran presencia en las regiones de importancia ganadera.
De todas las declaraciones, según sus abogados, la única que esta judicializada es la de un paramilitar apodado Centella, quien dice haberlo visto en 2004 en una reunión con Jorge 40 y Salvatore Mancuso en el Cesar, y que Visbal estaba en compañía del ministro Sabas Pretelt. El ex funcionario ha admitido que esa reunión se ejecutó y que Visbal lo acompañó como miembro del Consejo Nacional de Paz. Cierto o no, la Fiscalía no ha dicho la última palabra. Sólo le tomó una nueva versión, en la cual el dirigente ganadero volvió a explicar su participación en el proceso.
Por lo pronto, Jorge Visbal Martelo se apresta a viajar a Perú, con la expectativa de que la Fiscalía responda al reclamo de sus abogados para que se archive su caso. Él dice que lo esperan 14 mil colombianos que viven en Perú, por los cuales está dispuesto a trabajar, y que se lleva consigo su pasado: su apoyo decidido al gobierno de Álvaro Uribe, incluso su reelección; su segundo intento fallido de llegar al Congreso en 2010, sus largos años como dirigente gremial y su convicción de que buscar la paz crea riesgos y hablarle claro al país deja muchos enemigos.
  • Norbey Quevedo H. | EL ESPECTADOR

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